Lo nunca visto y escuchado en el Baixo Miño. El multiintrumentista, Abraham Cupeiro y su "Pangea" triunfaron en la localidad gallega de O'Rosal. Un 11 de Mayo, fecha histórica en el alma cultural de este entorno. Vítores y aplausos mil para un viajero empedernido por los cinco continentes, arropado y protegido por la IMDOR (Agrupación Musical O'Rosal).
Foto Xuso González.
A través de un sonido mágico Abraham Cupeiro transportó a los asistentes a las dos sesiones de su "Pangea" , a diversas partes del planeta.
Foto Xuso González.
Entonces comenzó una exhibición instrumental con sonidos inesperados. En su tarjeta de visita, el concertista se presenta como constructor y recuperador de artefactos musicales ancestrales.
Foto Xuso González.
Este músico-sanador de ruidos y sonidos tiene un Taller, donde recupera instrumentos como una trompa romana, en época de guerra o una caracola que suena a oceano.
Foto Xuso González.
Muchos de los espectadores cerraron los ojos y a través del oido se transportaron a Africa o a Bulgaria, en busca de sensaciones maravillosas.
Foto Xuso González.
Imaginar un instrumento con plumas de cóndor es complicado, pero no imposible para Abraham.
Foto Xuso González.
Sonidos de recónditos lugares que Cupeiro ha recuperado.
Foto Xuso González.
El mismo explicó con sus manos el uso de algunos de sus instrumentos.
Foto IMDOR.
Y de dentro afuera, Como en los grandes partidos de champions, hubo colas en el auditorio. Jugaban Abraham Cupeiro y AMDOR
Foto Xuso González
LLegó a motivar al personal con el vuelo del cóndor.
Foto Xuso González.
Y si la primera sesión fue un éxito, en la nocturna la gente también se puso de pie para aplaudir.
Foto Xuso González.
¿Saben quién se lo paso mejor en los ensayos y en los dos conciertos? La propia banda de IMDO, que en el Sábado night, se levantó para aplaudir al público y al concertista. Todo eun pack.
Foto Xuso González.
Y al lunes siguiente la avalancha de enhorabuenas por haber presenciado tan magno espectáculo fue enorme. Gracias IMDOR; gracias Concello do Rosal; gracias a Abraham Cupeiro.
El Baixo Miño, claro que existe.